18.3.07

A ti también te suelto...

Hoy estaba como una ostra solitaria en la estación de radio porque me toca el turno de 10 a 15 hrs. los domingos. Es el segundo domingo que voy y está bien porque está muy tranquilo; la gente no está pegada al teléfono todo el tiempo ni mandando mensajitos (del móvil) para pedir canciones. Así que el domingo lo hacemos entre Vargas Llosa y yo en medio de Frank Reyes, la orquesta Guayacán y Grupo Niche (ni me pregunten quiénes son porque no tengo idea).



Ayer fuimos consignados C (un compañero de la radio) y yo a ir a la Feria Latinoamericana allá en Hospitalet para hacer contactos para ventas de publicidad, realizar conexiones en directo a cabina y grabar algunos saludos y entrevistas para las cuñas de la radio. Lo pasamos muy bien porque además había mucha gente que, en cuanto veía el micro con el logo de la radio, se acercaba para conocernos.



C es súper popular, la gente lo quiere mucho. Es súper carismático (no sólo en su trabajo de locutor, sino también fuera de la radio). Y a mí me conocían y me hacían mucha fiesta. La verdad es un fenómeno muy raro pero se siente bonito sentir el cariño de la gente. Suena súper chafa el comentario, ¡pero es verdad! Gente que ni siquiera te conoce, ni te ha visto nunca, pero que se encariña contigo de algún modo bizarro. Había mucha gente que me decía que soy súper guapa (??), que no imaginaban que fuera tan guapa (pensarían que soy un adefesio y por eso hago radio jajajaja). La verdad es que me da un poco de pena. Y C echándome carrilla: "Estás probando las mieles de la fama, jajaja".



Hoy entraba por el cristal de la cabina un sol ya primaveral muy bonito. Me pidieron unas canciones de Vicente y José Alfredo que me pusieron la piel chinita. Me entró la nostalgia súper fuerte. El clima estaba perfecto para una carnita asada como las que armábamos en casa de Estrella en Ajijic. Ya saben: asador, carne, cerveza, cebollitas, tortillas, kekas, salsita... uff... ¡Qué fuerte sentimiento!



Es muy difícil no poder ponerse una borrachera de éstas para el corazón roto (que no curan ni un carajo, pero ah qué buen placebo son). Aquí no tengo ni cómo, ni dónde, ni con quién (lo más importante). Así que bueno, de todos modos, José Alfredo viene bien... aún en la sobriedad.



Y cuando al fin comprendas que el amor bonito lo tenías conmigo, vas a extrañar mis besos en los propios brazos del que esté contigo. Vas a sentir que lloras sin poder siquiera derramar tu llanto. Y has de querer mirarte en mis ojos tristes que quisiste tanto... y que quieres tanto.



...y te me vas ahorita.

No hay comentarios: